30 de diciembre de 2012

¡la travesía de la vida!

  No puedo por más que sonreír ante los comentarios jocosos que me lanza mi esposo cuando me ve con el ordenador, dispuesta a compartir con vosotros alguna de mis vivencias

"-¿Alguna vez les hablas de mí?-
 -¿De nosotros?-
 -¿Porqué no?-
 -¡Yo soy un gran tipo!-"

  Todos aquellos que lo conocen saben que, no sólo es un gran tipo sino una persona buena, sencilla, des complicada y con un corazón que no le cabe en el pecho donde todos, y digo todos, tenemos cabida.

  Pero escuchando un día las explicaciones de una joven ante el fatal desenlace de su relación amorosa pensé que, tal vez, no estaría de más hablar aquí sobre la importancia que tiene la elección de los miembros de una pareja y la realidad de la relación en sí.

  Margarita me comentaba las explicaciones que su novio esgrimía para cortar la relación: la primera constaba de la duda ante la inseguridad de si ella era la mejor opción, la definitiva en su vida. Y la segunda, el agobio de la responsabilidad que significa la renuncia ante muchas opciones agradables.

  Dios me libre de ponerme de ejemplo de nada , porque es una gran verdad que no hay dos parejas iguales, pero si me consultan basándome en la experiencia de estos treinta y seis años de convivencia enamorada, suelo personalizar explicando que lo que tuve claro desde el principio era que tipo de hombre buscaba en mi vida: bueno y trabajador. Lo rezaba con insistencia por que el punto clave de la convivencia es que nunca sea de dos, sino de tres, porque Dios siempre debe tener un lugar junto a ambos. No busqué dinero, ya que es lo más fácil que desaparezca. Ni posición, la caída es durísima desde la altura. Pero la honradez, la confianza, la fidelidad, la coherencia…son virtudes que facilitan la relación. Y una vez decides que ese es el hombre de tu vida, luchas día a día para que lo sea. Tal vez haya otro mejor, pero a ti no te importa porque tú eliges que sea él el mejor para ti.

  Con él te decides a compartir la travesía a bordo de la nave del matrimonio. No es fácil, porque guiar un barco con dos capitanes a la mano de un solo timón es una tarea complicadísima que requiere que la mirada de ambos se fije en un solo rumbo, en un mismo destino, con el compromiso del esfuerzo compartido. Si se contemplan mutuamente decidiendo que cuando uno gira a barlovento el otro lo hace a sotavento, se exponen a que un golpe de mar termine con su viaje.

  Una mujer veraz no puede convivir con un embustero; una laboriosa será infeliz con un vago inútil; y una persona entregada y caritativa llorará junto a un avaro y egoísta. Hay que saber fundamentar la relación en los pilares de las virtudes que ambos miembros de la pareja aportan a la convivencia para, posteriormente, ser benevolentes ante aquellas diferencias que, justamente porque no somos perfectos, surgirán en el trato común del día a día,.

  No es cuestión de cumplir años ¡hartos estamos de ver matrimonios aburridos que los cumplen sin ilusión! Sino que a pesar del tiempo transcurrido, cuando lo mires a los ojos, sigas sintiendo ese “vuelco” en el corazón. Ya lo decía San Pablo: “el amor todo lo puede”, hasta lograr que cada día sea un nuevo día en el que renueves tu voluntad de asir de la mano a tu pareja para caminar juntos por el sendero de la vida que ambos trazasteis, con la ayuda de Dios, en el proyecto de futuro que es el amor conyugal.

¡la travesía de la vida!

No puedo por más que sonreír ante los comentarios jocosos que me lanza mi esposo cuando me ve con el ordenador, dispuesta a compartir con vosotros alguna de mis vivencias:

"-¿Alguna vez les hablas de mí?-"
"-¿De nosotros?-"
"-¿Porqué no?-"
"-¡Yo soy un gran tipo!-"

   Todos aquellos que lo conocen saben que, no sólo es un gran tipo sino una persona buena, sencilla, des complicada y con un corazón que no le cabe en el pecho donde todos, y digo todos, tenemos cabida.

   Pero escuchando un día las explicaciones de una joven ante el fatal desenlace de su relación amorosa pensé que, tal vez, no estaría de más hablar aquí sobre la importancia que tiene la elección de los miembros de una pareja y la realidad de la relación en sí.

   Margarita me comentaba las explicaciones que su novio esgrimía para cortar la relación: la primera constaba de la duda ante la inseguridad de si ella era la mejor opción, la definitiva en su vida. Y la segunda, el agobio de la responsabilidad que significa la renuncia ante muchas opciones agradables.

   Dios me libre de ponerme de ejemplo de nada , porque es una gran verdad que no hay dos parejas iguales, pero si me consultan basándome en la experiencia de estos treinta y seis años de convivencia enamorada, suelo personalizar explicando que lo que tuve claro desde el principio era que tipo de hombre buscaba en mi vida: bueno y trabajador. Lo rezaba con insistencia por que el punto clave de la convivencia es que nunca sea de dos, sino de tres, porque Dios siempre debe tener un lugar junto a ambos. No busqué dinero, ya que es lo más fácil que desaparezca. Ni posición, la caída es durísima desde la altura. Pero la honradez, la confianza, la fidelidad, la coherencia…son virtudes que facilitan la relación. Y una vez decides que ese es el hombre de tu vida, luchas día a día para que lo sea. Tal vez haya otro mejor, pero a ti no te importa porque tú eliges que sea él el mejor para ti.

   Con él te decides a compartir la travesía a bordo de la nave del matrimonio. No es fácil, porque guiar un barco con dos capitanes a la mano de un solo timón es una tarea complicadísima que requiere que la mirada de ambos se fije en un solo rumbo, en un mismo destino, con el compromiso del esfuerzo compartido. Si se contemplan mutuamente decidiendo que cuando uno gira a barlovento el otro lo hace a sotavento, se exponen a que un golpe de mar termine con su viaje.

   Una mujer veraz no puede convivir con un embustero; una laboriosa será infeliz con un vago inútil; y una persona entregada y caritativa llorará junto a un avaro y egoísta. Hay que saber fundamentar la relación en los pilares de las virtudes que ambos miembros de la pareja aportan a la convivencia para, posteriormente, ser benevolentes ante aquellas diferencias que, justamente porque no somos perfectos, surgirán en el trato común del día a día.

   No es cuestión de cumplir años ¡hartos estamos de ver matrimonios aburridos que los cumplen sin ilusión! Sino que a pesar del tiempo transcurrido, cuando lo mires a los ojos, sigas sintiendo ese “vuelco” en el corazón. Ya lo decía San Pablo: “el amor todo lo puede”, hasta lograr que cada día sea un nuevo día en el que renueves tu voluntad de asir de la mano a tu pareja para caminar juntos por el sendero de la vida que ambos trazasteis, con la ayuda de Dios, en el proyecto de futuro, que es el amor conyugal.

¡Fieles en lo poco!

Evangelio según San Lucas 2,41-52.

  Sus padres iban todos los años a Jerusalén en la fiesta de la Pascua.
  Cuando el niño cumplió doce años, subieron como de costumbre, y acabada la fiesta, María y José regresaron, pero Jesús permaneció en Jerusalén sin que ellos se dieran cuenta.
  Creyendo que estaba en la caravana, caminaron todo un día y después comenzaron a buscarlo entre los parientes y conocidos.
  Como no lo encontraron, volvieron a Jerusalén en busca de él.
  Al tercer día, lo hallaron en el Templo en medio de los doctores de la Ley, escuchándolos y haciéndoles preguntas.
  Y todos los que lo oían estaban asombrados de su inteligencia y sus respuestas.
  Al verlo, sus padres quedaron maravillados y su madre le dijo: "Hijo mío, ¿por qué nos has hecho esto? Piensa que tu padre y yo te buscábamos angustiados". Jesús les respondió: "¿Por qué me buscaban? ¿No sabían que yo debo ocuparme de los asuntos de mi Padre?".
  Ellos no entendieron lo que les decía.
  El regresó con sus padres a Nazaret y vivía sujeto a ellos. Su madre conservaba estas cosas en su corazón.
  Jesús iba creciendo en sabiduría, en estatura y en gracia delante de Dios y de los hombres.

Extraído de la Biblia, Libro del Pueblo de Dios.



COMENTARIO:


  Lucas, como siempre, esconde en su Evangelio puntos de meditación impostantísimos para nosostros. Observar el desespero de María y  José cuando no encuentran al Niño, buscándolo entre parientes y conocidos; nos sigue confirmando el grado de sacrificio y renuncia que Dios ha exigido a esta Sagrada Familia, para que se cumpla en nosotros la promesa de la salvación. Porque Jesús les anuncia que su vida -como ocurrirá en parte con la de ellos- va ser cumplir la voluntad de su Padre: una renuncia constante a los planes propios por amor a los hombres; amor que culminará muriendo en una cruz, para que nosotros tengamos vida eterna.

  A la vez, este versículo, tiene que ser un claro ejemplo y un acicate en nuestras vidas al observar que, ante la pérdida de Jesús, todos los esfuerzos son pocos para recuperarle. Muchas veces, por las circunstancias que nos rodean y porque cedemos a la tentación, podemos darnos cuenta de que el Señor está muy lejos de nuestro corazón. No importa; Él cuenta con eso...Nos conoce. Sólo espera que cuando tomemos conocimiento de ello, en el silencio de nuestra conciencia, retomemos el camino y, consultando a aquellas personas que pueden ayudarnos, lo busquemos en los lugares donde sabemos que podemos encontrarlo: los Sacramentos, la Palabra, la Oración y el Sagrario. Él siempre nos espera, escuchándonos y haciéndonos preguntas, cuyas respuestas nos cambiarán la vida.

  Lucas sigue contándonos que, una vez lo encontraron, volvieron a Nazaret, donde el Hijo de Dios les estaba sujeto porque continuó con su vida de una forma natural; sin llamar la tención. Sólo crecía en Gracia, preparándose para el momento de su manifestación mesiánica. Así debe ser nuestra existencia: sabiendo convertir en divinas las cosas pequeñas de nuestro devenir terreno.

  Fieles en lo poco; creciendo en una profunda vida espiritual y sacramental; preparándonos para cuando el Señor nos llame a dar testimonio suyo. No sabemos cuando será, pero hemos de estar preparados: sin ruidos, sin estridencias... Jesús era uno más en Nazaret uno más de nosotros y con nosotros. Tú, como yo, hemos de transmitir a los demás el "buen olor de Cristo", haciendo de nuestro trabajo -como hacía Jesús- momentos de oración y cercanía. Hagamos de nuestra vida junto al Señor, un camino de fe y esperanza para todos aquellos que quieran salir en busca de Dios.

29 de diciembre de 2012

Quiero responder a los que me habéis preguntado por las clases de teología para adultos que damos en Barcelona, que la próxima tendrá lugar en la Parroquia de santa Agnés el día 25 de Enero, Viernes, a las 9 de la noche. Está situada en la calle san Elías. El tema a tratar será "qué es la oración".

Todos aquellos que, movidos por un ansia de profundizar en la fe, queráis uniros a nosotros, estáis invitados. El grupo que forma el aula está comprendido por varios matrimonios y algunos jóvenes, todos ellos cristianos practicantes, que con los años han comprendido que necesitaban comprender mejor, para transmitir más.

Espero haber satisfecho vuestra curiosidad. Un saludo.

¡María, nuestro tesoro!

Evangelio según San Lucas 2,22-35.
  Cuando llegó el día fijado por la Ley de Moisés para la purificación, llevaron al niño a Jerusalén para presentarlo al Señor, como está escrito en la Ley: Todo varón primogénito será consagrado al Señor.
  También debían ofrecer en sacrificio un par de tórtolas o de pichones de paloma, como ordena la Ley del Señor.
  Vivía entonces en Jerusalén un hombre llamado Simeón, que era justo y piadoso, y esperaba el consuelo de Israel. El Espíritu Santo estaba en él
y le había revelado que no moriría antes de ver al Mesías del Señor.
  Conducido por el mismo Espíritu, fue al Templo, y cuando los padres de Jesús llevaron al niño para cumplir con él las prescripciones de la Ley,
Simeón lo tomó en sus brazos y alabó a Dios, diciendo: "Ahora, Señor, puedes dejar que tu servidor muera en paz, como lo has prometido,
porque mis ojos han visto la salvación
que preparaste delante de todos los pueblos:
luz para iluminar a las naciones paganas y gloria de tu pueblo Israel".
  Su padre y su madre estaban admirados por lo que oían decir de él.
  Simeón, después de bendecirlos, dijo a María, la madre: "Este niño será causa de caída y de elevación para muchos en Israel; será signo de contradicción, y a ti misma una espada te atravesará el corazón. Así se manifestarán claramente los pensamientos íntimos de muchos".

Extraído de la Biblia, Libro del Pueblo de Dios.



COMENTARIO:


  Siempre que medito este Evangelio de Lucas, centro mi atención en dos puntos que, para mi, encierran un mensaje de inmenso valor. Uno  de ellos es la presencia de Simeón, hombre justo y piadoso, que después de tener al Señor en sus brazos, comprende que nada podrá ser igual en su vida; porque la vida terrena, ante la realidad sobrenatural del Hijo de Dios, pierde valor e importancia.

  Cuantas veces me pregunto como es posible que nosotros recibamos, como Simeón, a Jesús en nuestra alma bajo la especie sacramental y este hecho no cambie nuestra existencia. Podríamos objetar, que él lo vió y lo abrazó; mientras que nosotros efectuamos un acto de fe donde, como nos dice santo Tomás de Aquino, se equivoca la vista, el tacto y el gusto y sólo creemos, con firmeza, a través del oído que nos transmite las palabras que ha dicho el Señor.

  Pero no debemos engañarnos; ya que Simeón lo único que vió fue la pequeñez de un Niño, que para nada aparentaba la majestad de Dios.Él, igual que nosotros, fue capaz de ver a Cristo con la luz que proviene del Espíritu Santo, que nos facilita ese encuentro personal e intenso, donde recibimos a Jesús y nos hacemos uno con Él. Ese debe ser el centro de nuestra vida, personal y sobrenatural-

  Ante esta realidad, todo adquiere una importancia relativa, y como nos decía santa Teresa de Jesús en su relación con el señor: moría porque no moría para poder reunirse con Él. No es que la vida carezca de importancia ¡muy al contrario! sino que a veces parece que mantenerla a cualquier precio, es lo verdaderamente importante.

  Pero esa relación íntima con Dios no se consigue con un esfuerzo del querer; sino adquiriendo unas virtudes -como la tierra se prepara para recibir la semilla-  surgidas de la repetición de actos buenos. No hay que olvidar que lo primero que Lucas nos dice de Simeón, es que era un hombre justo y piadoso. Por eso, estar abierto a los demás, comunicarnos con el Señor, a través de una intensa vida sacramental y de una íntima oración, es la única manera de descubrir en las cosas pequeñas de cada día, la presencia de todo un Dios.

  El segundo punto que quiero mostraros, son esas palabras a María que la previenen del futuro dolor que oprimirá su corazón. Cierto es, y eso lo sabemos todas las que somos madres, que la maternidad conlleva un componente de sufrimiento por nuestros hijos que no nos abandona jamás; pero en la Virgen es distinto, porque ella aceptó compartir con Jesús un camino redentor que termina en la Cruz. Simeón le recuerda que con su sí comprometido, dado al ángel, ha unido su destino al de su Hijo y, aunque compartirá su misión y el gozo de la Resurrección, también sufrirá una tristeza inconmensurable que le atravesará el alma.

  Esa es nuestra Madre; la que no abandona jamás, aunque le adviertan. La que siempre estará a nuestro lado, aunque le causemos dolor, para rescatarnos con firmeza, si se lo pedimos, y devolvernos a los brazos de Jesús. Esa es María, la Mujer, la única...nuestro tesoro.

28 de diciembre de 2012

los nuevos Herodes

Querida Maite:

  Contestando a tu pregunta sobre si hay una similitud entre la matanza de los santos inocentes y los abortos realizados impunemente en el mundo, he de contestarte que, efectivamente, lo hay.    Herodes sesgó la vida de unos niños para mantener el nivel de la suya: su corona, su poder, su estatus, su dinero...Hoy en día, las clínicas abortivas se mueven por los mismos intereses; pero maquillándolo, como siempre sucede con el mal, con intenciones que, según ellos, benefician a las mujeres que quieren ejercer este derecho.

  Todos sabemos que nadie tiene derecho para terminar con la vida de otro ser humano; aunque ésta esté en sus comienzos. Pero líbreme Dios de juzgar a las mujeres que se encuentran en circunstancias desesperadas y nadie les da una solución a lo que, en ese momento, ellas ven como un problema insalvable.

  Ahí está el meollo de la cuestión. No interesa dar respuestas a preguntas incómodas; porque en el negocio del aborto se mueve muchísimo dinero que mantiene en su estatus,  añade dinero, y les concede poder, a un montón de personas dispuestas a todo para no perder la posición lograda, aunque ello represente anestesiar la conciencia.

  Sí; ellos son los nuevos Herodes. Pero tampoco olvides a todos aquellos que siembran el dolor en los ñiños; que terminan con su inocencia; que trafican con sus vidas...hay tanta faena por hacer. Y sólo lograremos cambiar el mundo, si cambiamos el corazón de los hombres. Por eso te animo a que, valientemente, pregones el Evangelio en todos los lugares y situaciones que te encuentres; sin vergüenzas, sin cansancios. Ahí te espero, Maite, en la batalla por cambiar un mundo a mejor. Hasta pronto.

Hay que asumir la voluntad de Dios

Evangelio según San Mateo 2,13-18.


  Después de la partida de los magos, el Angel del Señor se apareció en sueños a José y le dijo: "Levántate, toma al niño y a su madre, huye a Egipto y permanece allí hasta que yo te avise, porque Herodes va a buscar al niño para matarlo".
  José se levantó, tomó de noche al niño y a su madre, y se fue a Egipto.
  Allí permaneció hasta la muerte de Herodes, para que se cumpliera lo que el Señor había anunciado por medio del Profeta: Desde Egipto llamé a mi hijo.
  Al verse engañado por los magos, Herodes se enfureció y mandó matar, en Belén y sus alrededores, a todos los niños menores de dos años, de acuerdo con la fecha que los magos le habían indicado.
  Así se cumplió lo que había sido anunciado por el profeta Jeremías: En Ramá se oyó una voz, hubo lágrimas y gemidos: es Raquel, que llora a sus hijos y no quiere que la consuelen, porque ya no existen.


Extraído de la Biblia, Libro del Pueblo de Dios.




COMENTARIO:


  Este Evangelio de san Mateo marca el punto de partida de lo que va a significar la vida de Cristo en la tierra: un camino encrespado, lleno de dificultades que culmina con la Pasión Redentora, a través de la que todos somos salvados.

  Pronto se han olvidado las voces celestiales que nos llamaban al amor fraternal que surgió con la presencia del Niño. El pecado, como siempre, no tarda en mostrar sus consecuencias y ahoga las ansias de paz en la envidia, el odio y el rencor del rey Herodes. Muchas veces, cuando observamos noticias parecidas a los actos del monarca, nos parece imposible que alguien pueda ser capaz de semejantes genocios, asesinatos inútiles y maltratos continuados. Pero ya entonces, el tetrarca fue capaz, por un inconmensurable deseo de poder, de asesinar a un montón de niños inocentes que se interponían en sus proyectos dictatoriales.

  No podemos culpar a Dios cuando suceden estas situaciones en el mundo; porque el propio Dios hecho hombre, las sufrió en su propia carne en un acto tremendo de respeto a la libertad -aunque esté mal ejercida- del ser humano. Sólo el hombre escoge como quiere vivir, y esa elección puede ser libre, fruto del amor divino, o esclava de intereses y pasiones, sembradas por el diablo en nuestra alma a través del pecado. Herodes pudo elegir entre conocer al Rey de Reyes, del que le hablaban los Magos, o decidir exterminarle y terminar con el problema que ponía en juego lo único que para él tenía aprecio: su posición, su trono y su dinero.

  También san José pronto descubrió que la misión que Dios le había encomendado cerca de Jesús, nunca sería fácil; comenzando con la huída, que iba precedida de una persecución, a un país extranjero; hasta la vuelta a Nazaret, cuando ya no había peligro para el Niño. Seguramente, la familia se había  instalado en Egipto;  posiblemente habrían hecho amigos entre los judíos de la diáspora; y es en ese momento, cuando el ángel le pide al patriarca un cambio en los planes establecidos. José no pronuncia una queja, sino que asume la voluntad del Padre haciéndola suya y parte, sin demora, de vuelta a su hogar. Así será la vida de Jesús: un constante asumir los planes de Dios, que terminarán en la libre aceptación -esta vez un ángel lo reconfortará, pero no lo librará- de su pasión, muerte y resurrección por amor a los hombres.

  Cuando en nuestra vida se nos tuerzan los proyectos e ilusiones que trazamos en la cuenta del haber; recordemos que es muchísimo lo que se nos acumula en la cuenta del deber. Y si volvemos la vista a la familia de Nazaret, entenderemos que los planes de Dios nunca son gratuitos, sino que forman parte -como medios- de un fin al que todos hemos sido llamados para nuestro bien.

  No quiero terminar esta meditación sin recordaros que, en nuestros días, hay muchas familia que, como la de Jesús, deben abandonar sus lugares de origen por motivos parecidos propios de la injusticia humana y del egoísmo personal. Abrámosles nuestro corazón como se lo abriríamos a José, María y el Niño, si los encontráramos en nuestro camino; porque es imposible ser cristiano, desatendiendo a nuestros hermanos.

27 de diciembre de 2012

¡Él nos estará esperando!

Evangelio según San Juan 20,2-8.


  Corrió al encuentro de Simón Pedro y del otro discípulo al que Jesús amaba, y les dijo: "Se han llevado del sepulcro al Señor y no sabemos dónde lo han puesto".
  Pedro y el otro discípulo salieron y fueron al sepulcro.
  Corrían los dos juntos, pero el otro discípulo corrió más rápidamente que Pedro y llegó antes.
  Asomándose al sepulcro, vio las vendas en el suelo, aunque no entró.
  Después llegó Simón Pedro, que lo seguía, y entró en el sepulcro: vio las vendas en el suelo,
y también el sudario que había cubierto su cabeza; este no estaba con las vendas, sino enrollado en un lugar aparte.
  Luego entró el otro discípulo, que había llegado antes al sepulcro: él también vio y creyó.


Extraído de la Biblia, Libro del Pueblo de Dios.




COMENTARIO:


  Ante todo quiero pediros disculpas porque los comentarios del Evangelio no siempre puedo colgarlos en la web a primera hora de la mañana. Como bien sabéis, son fruto de mi propia meditación, que está condicionada por las circunstancias, muchas veces adversas, que me rodean. Agradezco vuestra paciencia y comprensión.

  Dicho esto, me gustaría tratar este Evangelio de San Juan, que tiene puntos interesantísimos. Para mí, la reacción de los Apóstoles ante la desaparición del Cuerpo del Señor en el sepulcro, es una muestra clarísima del profundo amor hacia el Maestro, que embargaba sus corazones. No caminaban, corrían ante la  noticia que los llenaba de desasosiego; pues, aunque habían escuchado a Cristo hablar de su Resurrección, todavía no habían comprendido en su plenitud la verdad de su mensaje.

  No es la certeza lo que les mueve, sino la fe, la esperanza, el cariño...Es el querer recuperar ese Cuerpo que al bajar de la cruz descansó en sus brazos. Ese Cuerpo que, tantas veces, paseó con ellos por los caminos de Judea. Esos labios, que compartieron risas y mensajes a la luz de la lumbre. Esos ojos, imposibles de olvidar, cuya mirada les embargaba de paz y sosiego. Es, en resumen, recuperar a Jesucristo que se les ha perdido.

  Ojalá, cada uno de nosotros, cuando siente que el Señor está lejos...que ha quedado olvidado en algún rincón del camino, regresara corriendo en su busca para formar con Él una unidad de vida. Ya que sólo en Él, la vida es Vida.

  Y ese esfuerzo realizado por los Apóstoles, tiene como siempre su recompensa; porque al entrar al sepulcro, nos dice san Juan, que vió y creyó. Son muchos los que piensan que la posición del sudario y las vendas manifestaban la Resurrección milagrosa. Otros opinan que en aquel momento, el Espíritu les iluminó para que recordaran las promesas de Jesús y creyeran. la verdad es que da igual como fuera; porque el Señor premió con la fe, el acto de amor que puso en marcha a sus Apóstoles.

  Si nosotros hacemos lo mismo; si corremos a su encuentro, aunque no tengamos la seguridad de encontrarlo; no dudéis, ni por un momento, que Él nos estará esperando en un recodo del camino.

26 de diciembre de 2012

¡No podemos defraudarle!

Evangelio según San Mateo 10,17-22.


  Cuídense de los hombres, porque los entregarán a los tribunales y los azotarán en las sinagogas.
  A causa de mí, serán llevados ante gobernadores y reyes, para dar testimonio delante de ellos y de los paganos.
  Cuando los entreguen, no se preocupen de cómo van a hablar o qué van a decir: lo que deban decir se les dará a conocer en ese momento,
porque no serán ustedes los que hablarán, sino que el Espíritu de su Padre hablará en ustedes.
  El hermano entregará a su hermano para que sea condenado a muerte, y el padre a su hijo; los hijos se rebelarán contra sus padres y los harán morir.
  Ustedes serán odiados por todos a causa de mi Nombre, pero aquel que persevere hasta el fin se salvará.


Extraído de la Biblia, Libro del Pueblo de Dios.




COMENTARIO:


  San Mateo, en su Evangelio, nos muestra una realidad difícil de observar cuando nos encontramos, como en estos días anteriores, junto al Niño Dios en el portal de Belén.

  Cuesta creer que la ternura de un infante, predisponga al mundo a una actitud violenta, intentando desde el primer momento, acabar con Él por todos los medios. Todavía resuenan en el cielo las voces de los ángeles, glorificando a Dios y manifestando a los hombres que ese Niño que acaba de nacer les trae la paz, tan esperada; cuando ya Herodes buscaba la manera de encontrarlo y asesinarlo.

  La explicación, por eso, es fácil: Jesús no nos trae un ideario político, fácil de rebatir; ni una filosofía de vida, sin implicaciones vitales realmente. No; Jesús se nos entrega entre pañales y acogerlo significa vivir en Él y permitir que Él viva en nosotros. Es cambiar la vida y abrir el alma a la Verdad, a la Belleza y a la Felicidad.

  Pero no a la verdad del mundo que cambia constantemente, según el interés de quien la esgrime. Ni la belleza actual, que va a golpes del interés económico que marca la moda del momento; y ni mucho menos esa felicidad, cuyas columnas que la soportan son la evasión de problemas, a caro coste, y la satisfacción permanente de los sentidos, imposibles de saciar. ¡No! Decidir seguir a Cristo, desde ese establo, por todos los caminos de Judea es compartir, como sus discípulos, sus palabras, su vida y su mensaje.

  Es enfrentarnos a la oscuridad que a muchos conviene, con la Luz del Señor que todo lo ilumina, mostrando la, muchas veces incómoda, verdadera realidad de las cosas. Seguir al Señor es saber que, libremente, vamos a complicarnos la vida; pero esta vida también se verá fortalecida por la Gracia -que es la vida divina- y que nos dará la fortaleza para responder con fe a la voluntad de Dios.

  Tenemos el ejemplo, en todos los tiempos, de todos aquellos cristianos que nos han precedido en el testimonio de Jesucristo: comenzando por san Esteban; siguiendo por los Apóstoles y continuándo por todos aquellos hermanos que, en todos los lugares del mundo, han muerto y mueren cada día por no renunciar a su fe.

  Tal vez nunca se nos pida tan gran sacrificio; pero hemos de estar preparados para iluminar con la luz de Dios, aunque nos cueste sacrificios, todos los momentos, lugares, trabajos y situaciones que nosotros compartimos con nuestros hermanos, los hombres. Le hemos dicho que sí al Señor, en ese portal. Y, cueste lo que cueste, no podemos defraudarle.

25 de diciembre de 2012

Dios ha venido para quedarse

Evangelio según San Juan 1,1-18.


  Al principio existía la Palabra, y la Palabra estaba junto a Dios, y la Palabra era Dios.
  Al principio estaba junto a Dios.
  Todas las cosas fueron hechas por medio de la Palabra y sin ella no se hizo nada de todo lo que existe.
  En ella estaba la vida, y la vida era la luz de los hombres.
  La luz brilla en las tinieblas, y las tinieblas no la percibieron.
  Apareció un hombre enviado por Dios, que se llamaba Juan.
  Vino como testigo, para dar testimonio de la luz, para que todos creyeran por medio de él.
  El no era la luz, sino el testigo de la luz.
  La Palabra era la luz verdadera que, al venir a este mundo, ilumina a todo hombre.
Ella estaba en el mundo, y el mundo fue hecho por medio de ella, y el mundo no la conoció.
  Vino a los suyos, y los suyos no la recibieron.
  Pero a todos los que la recibieron, a los que creen en su Nombre, les dio el poder de llegar a ser hijos de Dios.
  Ellos no nacieron de la sangre, ni por obra de la carne, ni de la voluntad del hombre, sino que fueron engendrados por Dios.
  Y la Palabra se hizo carne y habitó entre nosotros. Y nosotros hemos visto su gloria, la gloria que recibe del Padre como Hijo único, lleno de gracia y de verdad.
  Juan da testimonio de él, al declarar: "Este es aquel del que yo dije: El que viene después de mí me ha precedido, porque existía antes que yo".
  De su plenitud, todos nosotros hemos participado y hemos recibido gracia sobre gracia:
porque la Ley fue dada por medio de Moisés, pero la gracia y la verdad nos han llegado por Jesucristo.
  Nadie ha visto jamás a Dios; el que lo ha revelado es el Hijo único, que está en el seno del Padre.

Extraído de la Biblia, Libro del Pueblo de Dios.



COMENTARIO:


  San Juan, en su Evangelio, utiliza un lenguaje más profundo, más teológico que el resto de los evangelistas. Pero aunque pueda parecer, en un principio, más difícil de entender, su meditación nos aporta un conocimiento divino trinitario de una riqueza increíble.

  Juan nos habla del Verbo de Dios, de la Segunda Persona de la Trinidad, que es el conocimiento de Dios en Sí mismo; y que como tal es, desde toda la eternidad. Cuando ponemos nombre a las cosas, es cuando decidimos que las conocemos y todas ellas fueron, porque la Palabra las hizo ser.

  Pero ese ser dado al hombre, que debía reflejar la gloria divina, se oscureció por el pecado de una libertad mal ejercida; y en un acto de locura amorosa, Dios Padre envió a su Verbo para que, encarnándose de María Santísima, se hiciera hombre con los hombres.

  Su Palabra se ha transmitido a través de sus labios -para que nadie pueda decir que no conoce a Dios-, como la piedra tirada en un estanque: en círculos concéntricos que no tienen límite; haciéndose Escritura santa, y así, ni el tiempo ni el lugar acotaran jamás su mensaje imperecedero. Mensaje que ilumina la vida, porque Cristo es la Luz de Dios que termina con las tinieblas en las que el hombre tropieza, perdiendo su vida.

  Como os decía, en comentarios pasados, los cristianos no podemos pasar indiferentes ante el portal de Belén. Hoy ha nacido un Niño que revela, en su pequeñez, la grandeza de un Dios; el amor de un Padre que nos ofrece a su Hijo para que, en el tiempo, muera por nosotros y con nosotros al pecado, dándonos la Gracia -que es Vida- y regalando al mundo, los Sacramentos.

  Hoy es Navidad; Dios está con nosotros y ha venido para quedarse.

24 de diciembre de 2012

Amaros los unos a los otros

  
  He querido, en estas fechas tan señaladas de la Navidad, compartir con vosotros un artículo que publiqué, hace ahora algunos años, a la muerte de mi padre. Pienso que tal vez os sirva, porque todos tenemos sitios vacíos en la mesa de Nochebuena que nos llenan el alma de triste nostalgia. Espero, de verdad, que el Señor llene vuestro corazón de la paz que da su cercanía; porque este mundo, en estos tiempos, sólo contribuye a llenar nuestra alma de inquietud y desasosiego. Esta noche, miraros los unos a los otros y pensar que, tal vez, sea el último que esteis juntos. No perdáis el tiempo; abrazaros, amaros, haceros felices y compartir hasta el último minuto de vuestra vida. Dios nos da el hoy ¡aprovechémoslo!


  "Este año, que ha sido el primero sin mi padre, las vacaciones han tenido un profundo sentido nostálgico. No puedo decir que, para mí, el verano sea un periodo de descanso ya que mis hijos aprovechan mi casa para reunirse con sus amigos y los míos se reúnen con nosotros en prolongadas tertulias que roban a la noche sus horas de descanso.

   Tengo que agradecer haber crecido con el convencimiento de que las vacaciones no son un tiempo para no hacer nada, sino para cambiar de actividad y así desconectar de la rutina diaria, ya que ello me ha permitido disfrutar, en el tiempo estival, de un montón de pasatiempos familiares que no han diferenciado ni edades ni intereses.

   Entre ellos quiero destacar uno: se trata de la Ronda a la Virgen que se le ofrece en uno de los Santuarios cercanos a donde yo veraneo y que nació de la iniciativa de unos padres, enamorados de María, que con sus guitarras se acercaron, como una tuna donde sus miembros peinan ya alguna cana, a recordarle a su Madre del Cielo  que las vacaciones no eran un tiempo de olvido en el amor sobrenatural.

   Cada año mi padre, sentado con dificultad en un pequeño muro que se alzaba a los pies de la imagen de la Virgen morena, escuchaba con los ojos llorosos como las notas musicales brotaban de las gargantas enamoradas de esos hijos que subían con dificultad a la ermita. Cada año, satisfecho, terminaba entonando la Salve Rociera con el firme propósito de aprenderla mejor en el próximo y descendía, apretando con fuerza nuestro brazo para no caerse, con la felicidad que le provocaban las manos de sus nietos en sus bolsillos intentando encontrar alguna de las golosinas con los que siempre los regalaba.

   Este año todo fue igual y todo fue distinto: los cantos, los mismos; la misma alegría, sólo que en el murito que rodea a la imagen otras caras ocupaban el lugar. Se me hizo un nudo en la garganta, pero duró poco ya que al mirar a los ojos de la Madre de Dios sonaron unas palabras muy cerca de mi corazón. Unas palabras que no son ni truenos, ni huracán, sino suave brisa de Agosto, fruto de la Gracia de la oración maternal:

-“No llores, mi niña, él me canta ahora acercándose a mi oído”-

  Y sonriendo recobré la compostura, alcé la voz y pensé que, como cada año, mi padre entonaba las notas alegres de la Ronda Mariana; pero esta vez sin dolores, sin enfermedad, sin la tristeza de un final predecible y predicho. Esta vez mi padre formaba ya parte de los coros celestiales que alaban eternamente a Dios ¡Y una gran paz inundó mi alma!"


¡Pongámonos en marcha!

Evangelio según San Lucas 2,1-14.


  En aquella época apareció un decreto del emperador Augusto, ordenando que se realizara un censo en todo el mundo.
  Este primer censo tuvo lugar cuando Quirino gobernaba la Siria.
  Y cada uno iba a inscribirse a su ciudad de origen. José, que pertenecía a la familia de David, salió de Nazaret, ciudad de Galilea, y se dirigió a Belén de Judea, la ciudad de David, para inscribirse con María, su esposa, que estaba embarazada.
  Mientras se encontraban en Belén, le llegó el tiempo de ser madre; y María dio a luz a su Hijo primogénito, lo envolvió en pañales y lo acostó en un pesebre, porque no había lugar para ellos en el albergue.
  En esa región acampaban unos pastores, que vigilaban por turno sus rebaños durante la noche.
  De pronto, se les apareció el Angel del Señor y la gloria del Señor los envolvió con su luz. Ellos sintieron un gran temor, pero el Angel les dijo: "No teman, porque les traigo una buena noticia, una gran alegría para todo el pueblo: Hoy, en la ciudad de David, les ha nacido un Salvador, que es el Mesías, el Señor.
  Y esto les servirá de señal: encontrarán a un niño recién nacido envuelto en pañales y acostado en un pesebre".
  Y junto con el Angel, apareció de pronto una multitud del ejército celestial, que alababa a Dios, diciendo: "¡Gloria a Dios en las alturas, y en la tierra, paz a los hombres amados por él!".

Extraído de la Biblia, Libro del Pueblo de Dios.



COMENTARIO:


  Por más veces que leo este Evangelio de san Lucas, no dejo de emocionarme. Tal día como hoy, en Belén, el Hijo de Dios hecho carne nació por mí. Y por tí...

  Lo primero que nos transmite Lucas, y que debe tener para nosotros una inmensa importancia, es que los hechos ocurridos pueden datarse en el tiempo y en un momento histórico determinado, como fue el decreto del emperador Augusto para conocer el número, mediante el censo, de todos los habitantes de los lugares conquistados.

  Cuantas veces, cada uno de nosotros se incomoda ante una circunstancia adversa que le complica la vida, o tuerce los planes que con tanta ilusión habíamos elaborado. María, que estaba en Nazaret junto a su madre a punto de dar a luz, al lado de su familia, de su marido, debió sentir una profunda inquietud cuando José le dijo que debían ponerse en camino para censarse en Belén de Judá.

  No habían carromatos; no eran ricos y sólo disponían de un burrito como medio de transporte para llegar a la aldea. No hay quejas; no hay reproches. La Virgen sabe que su vida descansa en manos de Dios y que cada cosa que ocurre, aunque no la entienda, es un medio para llegar al fin trazado en los planes divinos.

  El matrimonio santo se pone en marcha ; no pueden correr mucho y seguro que José, de soslayo, mira a su esposa con un sufrimiento contenido, ante la incomodidad del viaje. Poco a poco, llegan a Belén al anochecer. El patriarca entra en todas las posadas, recibiendo la misma respuesta que le acelera el corazón: está todo lleno, ya que han venido de muchos lugares para cumplir el decreto imperial y no queda nada libre.

  Cuando María le susurra a su esposo que ha llegado el momento, esperado por toda la creación desde toda la eternidad,  José debió elevar los ojos al cielo sin poder entender porqué el Santo de los Santos, el Mesías, no tenía ni un lugar para nacer. Por fin encontraron un pesebre que los podía resguardar y allí, entre la paja de los animales que pacían y les daban calor, nació Jesús.

  La oscuridad de la noche encierra el profundo silencio de los hombres ante la maravilla más grande que ha tenido luga en el mundo y en el tiempo: Dios viene a los hombres, como hombre; para que nadie pueda decir que ni supo ni entendió. A partir de ahora, ya no hay excusas, porque este nacimiento llama al corazón de todo hombre para recibir el mensaje de la salvación que implica un compromiso vital personal.

  En ese momento glorioso se han cumplido todas las promesas dadas desde el principio de la humanidad; y para que no queden dudas, el ángel -como siempre- anuncia al pueblo de Israel, cuya representación son estos humildes pastores, que la salvación del hombre se encuentra reclinado en un pesebre y está envuelto en pañales. La majestad de Dios escondida en la humildad y la pequeñez de un niño; donde sólo los ojos de un corazón puro serán capaces de ver la gloria divina en la naturaleza humana.

  Navidad es la manifestación de la  locura de amor que todo un Dios siente por el hombre. Y porque sabe que el hombre conlleva en sí mismo la tribulación, la injusticia y el sufrimiento, ha querido compartirlo con nosotros desde su nacimiento. Hoy es imposible quedarse indiferente ante el hecho que conmemoramos. Hoy es imposible no estar feliz; aunque nos falten todos nuestros seres queridos y la tristeza llame a nuestra puerta. Hoy es la confirmación de que yo soy alguien especial para Dios; tanto, que ha nacido en Belén para entregar su vida por mí, para que yo la recupere y tenga vida en Él. Hoy, ya nada debe ser igual para nosotros, que hemos sido llamados a iluminar y poner voz a esta noche santa. Pongámonos en marcha. Mostremos al mundo nuestra fe y nuestro amor al Niño que nos espera, en brazos de su Madre, para vivir en nuestro corazón.

23 de diciembre de 2012

María, camino de salvación

Evangelio según San Lucas 1,39-45.

  En aquellos días, María partió y fue sin demora a un pueblo de la montaña de Judá.
  Entró en la casa de Zacarías y saludó a Isabel.
  Apenas esta oyó el saludo de María, el niño saltó de alegría en su seno, e Isabel, llena del Espíritu Santo, exclamó: "¡Tú eres bendita entre todas las mujeres y bendito es el fruto de tu vientre!
¿Quién soy yo, para que la madre de mi Señor venga a visitarme?
  Apenas oí tu saludo, el niño saltó de alegría en mi seno.
  Feliz de ti por haber creído que se cumplirá lo que te fue anunciado de parte del Señor".

Extraído de la Biblia, Libro del Pueblo de Dios.

 
COMENTARIO:


  En este Evangelio de san Lucas, que es una continuación de lo que vamos meditando en estos últimos días, quiero resaltar unos puntos que para mí son muy importantes.

  El primero a destacar son las palabras de Isabel ante la visita de su prima: "Apenas esta oyó el saludo de María, el niño saltó de alegría en su seno". La presencia de la Virgen llena de gozo el alma de todos los seres humanos, los nacidos y los que están por nacer; porque acercarse a Ella es, inevitablemente, encontrarse con Cristo.

  La vida del Mesías está íntimamente ligada a la de su Madre: por ello, y a diferencia de lo que muchos protestantes opinan, amar y venerar a la Santísima Virgen es el mejor camino para encontrarnos con su Hijo, haciendo factibles las palabras de un gran santo: "A Jesús, se va y se viene por María".

  Justamente por eso, por esta unión maternal que es a la vez material y espiritual, el Evangelio nos recuerda que la Virgen fue bendita como lo era el fruto de su vientre. Dios Padre, desde toda la eternidad, pensó y creó a la llena de Gracia para ser el más maravilloso Sagrario; el más grande de los Tabernáculos; el más puro de los Templos que albergara al Dios hecho hombre. Y no sólo le diera su carne, sino que participara con Él en la historia de la salvación, como puente que une lo humano con lo divino; el cielo con la tierra.

  Otro punto a meditar es esa frase que, no por su sencillez es menos importante: "Feliz de ti por haber creído que se cumplirá lo que te fue anunciado por parte del Señor". María nos da una lección de fidelidad, de confianza, de fe ante la palabra de Dios. Ella no abarcó en su significado el sí generoso que dió al ángel, pero no le importó porque confió en que el Señor cumple siempre sus promesas, dándonos sólo aquello que nos conviene. Aunque muchas veces nos haga derramar lágrimas de dolor propias de la imconprensión humana ante los planes divinos.

  Ese es el ejemplo a seguir por todos nosotros en esta Navidad que se acerca: Abrir las puertas a Cristo, a través de María; y siguiendo su ejemplo, descansar en los brazos amorosos del Padre, con un profundo y convencido acto de fe.

No podemos perder la alegría de vivir

Evangelio según San Lucas 1,46-56.


  María dijo entonces: "Mi alma canta la grandeza del Señor, y mi espíritu se estremece de gozo en Dios, mi Salvador, porque el miró con bondad la pequeñez de tu servidora. En adelante todas las generaciones me llamarán feliz, porque el Todopoderoso ha hecho en mí grandes cosas: ¡su Nombre es santo!
  Su misericordia se extiende de generación en generación sobre aquellos que lo temen.
  Desplegó la fuerza de su brazo, dispersó a los soberbios de corazón.
  Derribó a los poderosos de su trono y elevó a los humildes.
  Colmó de bienes a los hambrientos y despidió a los ricos con las manos vacías.
  Socorrió a Israel, su servidor, acordándose de su misericordia, como lo había prometido a nuestros padres, en favor de Abraham y de su descendencia para siempre".
  María permaneció con Isabel unos tres meses y luego regresó a su casa.

Extraído de la Biblia, Libro del Pueblo de Dios.




COMENTARIO:


  El Evangelio de Lucas sigue con la narración de la visitación de María a su prima Isabel, y nos muestra las palabras de la Virgen ante lo que ha sucedido.

  Desde el momento en que el Verbo se encarna en las entrañas deMaría, ésta se estremece de gozo y hace partícipe al mundo de lo que supone vivir en Dios y con Dios: bañada de Gracia es capaz de todo, porque el Todopoderoso ha hecho en ella grandes cosas.

  Lo mismo ocurre, aunque a veces parece que no somos conscientes de ello, cuando el Señor viene a nosotros en la Eucaristía. En ese momento, nosotros también somos uno con Jesús y, como dijo su Madre, hemos alcanzado la felicidad, porque participamos de la vida divina a través del Sacramento.

  Pero ese encuentro, siempre tiene que ir precedido de un acto de verdadera humildad: "Porque Él miró con bondad la pequeñez de su servidora". Ese acto de conocimiento de nuestras propias miserias, donde nos reconocemos indignos de que Él visite nuestra alma, tiene su correspondiente Sacramento en la Penitencia. De ahí la importancia, antes de comulgar, de confesar y reconocer lo poca cosa que somos y de lo que somos capaces, pidiendo y clamando la Gracia Sacramental, que nos da fuerzas, para salir a buscar con alegría renovada el encuentro con Cristo en el alimento Eucarístico.

  El Señor hubiera podido nacer donde hubiera querido; hubiera podido ser un reconocido fariseo, o pertenecer a la familia real. Pero al escoger venir al mundo en las circunstancias que lo hizo: sin que hubiera habitación en la posada para Él y su familia, sin que nadie se apiadara de su Madre ante su inminente nacimiento, teniendo que encontrar refugio donde sólo tienen cabida los animales al servicio del hombre:el buey y la mula; elevó a los humildes y dispersó a los soberbios de su corazón.

  Dios hecho hombre decidió compartir con el hombre las consecuencias que el pecado original sembró en el mundo: la pobreza, la injusticia, la insolidaridad...Dándole setido redentor y elevándolas como medio de santificación. Por eso, los ricos y poderosos, que viven a espaldas del sufrimiento ajeno, serán despedidos con las manos vacías del reino de Dios. Ese Reino que Dios prometió a Abraham, desde el principio de los tiempos, y del que somos herederos, según las promesas, si somos de Cristo.

  Y sí, somos de Cristo. Por esto, como nos recuerda nuestra Madre, pertenecientes al Pueblo de Dios y por ello partícipes de la misericordia divina, como Dios prometió a nuestros padres. ¡Y Dios siempre cumple sus promesas!. Sólo por esa circunstancias, ninguno de nosotros puede perder la alegría de vivir, aunque como siempre, esta vida venga repleta de tonalidades distintas.

21 de diciembre de 2012

el orgullo de ser mujer

Querida Elisa: Gracias por tus palabras de aliento, que nos ayudan a seguir en la tarea de propagar la fe.

 Efectivamente, a veces es necesario recordar a las mujeres la dignidad enorme que tenemos porque, por decisión divina, hemos sido escogidas como pilar fundamental del núcleo primigenio de la humanidad: la familia. Esa unidad de personas, que surge del compromiso intemporal y libre de dos almas enamoradas, y se proyecta en un plan divino de futuro, como un mar sin orillas.

A veces, para darnos cuenta de la verdadera importancia de un proyecto, hemos de valorar el interés por destruirlo que surge en diferentes sectores de la sociedad que ya conocemos...Ni que decir tiene, la de años que llevan -sobre todo sectores de los medios de comunicación- intentando socavar los valores femeninos que, mal que les pese, son innatos en nosotras: la feminidad, propia del instinto maternal que la naturaleza imparte en el cuerpo y el alma de la mujer -aunque nunca sea madre-  y que jamás ha estado reñida, sino al contrario, con la fortaleza, la voluntad y la lucha personal.

Somos, porque Dios así lo ha querido, la cuna de la vida. En nuestro vientre se forman los proyectos que el Señor tiene destinados para cambiar el mundo a mejor; y ha querido compartir con nosotros esa difícil tarea.

Sí, Elisa, hemos de estar orgullosas de ser mujeres. Mujeres cristianas dispuestas con su sí a unir nuestra voluntad a la de Dios, aunque a veces esto nos cueste dolor, sudor y lágrimas.

María, riqueza del cristiano.

Evangelio según San Lucas 1,39-45.


  En aquellos días, María partió y fue sin demora a un pueblo de la montaña de Judá.
  Entró en la casa de Zacarías y saludó a Isabel.
Apenas esta oyó el saludo de María, el niño saltó de alegría en su seno, e Isabel, llena del Espíritu Santo, exclamó: "¡Tú eres bendita entre todas las mujeres y bendito es el fruto de tu vientre!
¿Quién soy yo, para que la madre de mi Señor venga a visitarme?
  Apenas oí tu saludo, el niño saltó de alegría en mi seno.
  Feliz de ti por haber creído que se cumplirá lo que te fue anunciado de parte del Señor".

Extraído de la Biblia, Libro del Pueblo de Dios.


COMENTARIO:


  El Evangelio de san Lucas sigue descubriéndonos características particulares de María. Esta mujer, escogida por Dios para ser madre de su Hijo antes de la creación, manifiesta su humildad partiendo sin demora para ponerse al servicio de su prima Isabel.

  Así es esta virtud, propia de las almas grandes: se olvida de sí misma buscando el bien ajeno, en una apertura de vida que se vuelca en los demás. Sólo una mujer de esta manera podía ser madre de la humanidad.

  Isabel, presa del Espíritu Santo que ilumina el entendimiento, comprendió enseguida que se hallaba frente a la Virgen que había sido dotada por Dios de todas las bendiciones, ya que había sido escogida para que de sus entrañas purísimas se encarnara la segunda Persona de la Santísima Trinidad, el Verbo de Dios.

  En este momento, las dos mujeres son imagen del episodio, que con los años, repetirán sus hijos en el Jordán. Hoy es Isabel quien pregunta a su prima quién es ella para que la Madre de su Señor venga a visitarla; mañana, será Juan el Bautista quien pregunte a Cristo porqué quiere que él lo bautice si no es digno de desatarle los cordones de sus sandalias. Así son las cosas de Dios...Cuantas veces nosotros: indignos, infieles y olvidadizos, recibimos la visita de María en nuestras vidas. Nuestra Madre se acerca para traernos a su Hijo, recordándonos que es incapaz de desoir una súplica que surja de un corazón contrito.

  Por eso los cristianos de los primeros siglos de la Iglesia, elaboraron con el mensaje del ángel Gabriel y las palabras de Isabel, acompañadas de las súplicas propias de un pueblo que ama, la oración del Ave María; para dirigirse al corazón maternal de la Virgen santísima que, como denota el Evangelio de Lucas, es incapaz de desatender las necesidades que le presentamos.

  Hay que estar locos para que, gozando de esa riqueza inmensa que es la devoción mariana, desperdiciemos sus dones y sus gracias -dadas por Cristo en la Cruz- y nunca recurramos al alma amorosa que nos espera al lado del señor, para llevarnos a Él: María, nuestra madre.

20 de diciembre de 2012

¡la humildad de María!

Evangelio según San Lucas 1,26-38.

En el sexto mes, el Angel Gabriel fue enviado por Dios a una ciudad de Galilea, llamada Nazaret,
a una virgen que estaba comprometida con un hombre perteneciente a la familia de David, llamado José. El nombre de la virgen era María.
El Angel entró en su casa y la saludó, diciendo: "¡Alégrate!, llena de gracia, el Señor está contigo".
Al oír estas palabras, ella quedó desconcertada y se preguntaba qué podía significar ese saludo.
Pero el Angel le dijo: "No temas, María, porque Dios te ha favorecido.
Concebirás y darás a luz un hijo, y le pondrás por nombre Jesús; él será grande y será llamado Hijo del Altísimo. El Señor Dios le dará el trono de David, su padre, reinará sobre la casa de Jacob para siempre y su reino no tendrá fin".
María dijo al Angel: "¿Cómo puede ser eso, si yo no tengo relaciones con ningún hombre?".
El Angel le respondió: "El Espíritu Santo descenderá sobre ti y el poder del Altísimo te cubrirá con su sombra. Por eso el niño será Santo y será llamado Hijo de Dios.
También tu parienta Isabel concibió un hijo a pesar de su vejez, y la que era considerada estéril, ya se encuentra en su sexto mes, porque no hay nada imposible para Dios".
María dijo entonces: "Yo soy la servidora del Señor, que se cumpla en mí lo que has dicho". Y el Angel se alejó.


Extraído de la Biblia, Libro del Pueblo de Dios.



COMENTARIO:

  El Evangelio de Lucas, como siempre, es el que trata los momentos de la Virgen con mayor profundidad. En éste, nos muestra uno de los momentos cumbres en la historia de la salvación: todo el universo está expectante del sí de una joven.

  Al principio de los tiempos, como nos cuenta el Génesis, la humanidad tuvo que sufrir el acto de soberbia de una mujer, Eva, que frente a la tentación de ser como Dios, sucumbió al pecado de desobediencia. En ella, en su naturaleza, cada uno de nosotros perdimos los dones preternaturales que gozábamos por vivir en el Paraíso, la cercanía de Dios.

  Los hombres, desde entonces, no han cambiado tanto. Cada día de nuestra vida es una elección entre considerarnos seres dependientes de un Dios creador, que nos conoce, y por ello pone sus leyes para favorecer nuestra existencia; o bien, considerarnos señores de nosotros mismos y a espaldas de Dios levantar un mundo donde el ser humano es causa y efecto, dueño y señor.

  Las palabras del ángel Gabriel nos descubren porqué María, la llena de Gracia, fue escogida para devolver al género humano la posibilidad de volver a vivir en Dios; de ser hijos de Dios: en un acto de humildad extrema, la Virgen -que ha escuchado las bendiciones que el señor ha puesto en ella- sólo piensa en servir a los planes del Altísimo. No pregunta las consecuencias; no le importan. Sólo se pone al servicio de todos, uniéndose a la voluntad del Padre, para ser instrumento importantísimo en la Redención divina.

  Aquí tenemos las dos actitudes vitales que marcan la diferencia en toda una vida: la humildad de saber que somos, porque Dios nos da el ser y la vida, y por tanto dependemos de su palabra y su voluntad, encontrando el sentido a todas las circunstancias que nos rodean; o eregirnos señores de nosotros mismos y terminar como Eva, lejos de Dios y sufriendo las consecuencias de un vacío existencial que sólo acarrea dolor y muerte.

¡las promesas de Dios son imperecederas!

Evangelio según San Lucas 1,5-25.
  En tiempos de Herodes, rey de Judea, había un sacerdote llamado Zacarías, de la clase sacerdotal de Abías. Su mujer, llamada Isabel, era descendiente de Aarón.
  Ambos eran justos a los ojos de Dios y seguían en forma irreprochable todos los mandamientos y preceptos del Señor.
  Pero no tenían hijos, porque Isabel era estéril; y los dos eran de edad avanzada.
  Un día en que su clase estaba de turno y Zacarías ejercía la función sacerdotal delante de Dios,
le tocó en suerte, según la costumbre litúrgica, entrar en el Santuario del Señor para quemar el incienso.
  Toda la asamblea del pueblo permanecía afuera, en oración, mientras se ofrecía el incienso.
  Entonces se le apareció el Angel del Señor, de pie, a la derecha del altar del incienso.
Al verlo, Zacarías quedó desconcertado y tuvo miedo.
  Pero el Angel le dijo: "No temas, Zacarías; tu súplica ha sido escuchada. Isabel, tu esposa, te dará un hijo al que llamarás Juan.
  El será para ti un motivo de gozo y de alegría, y muchos se alegrarán de su nacimiento,
porque será grande a los ojos del Señor. No beberá vino ni bebida alcohólica; estará lleno del Espíritu Santo desde el seno de su madre, y hará que muchos israelitas vuelvan al Señor, su Dios.
  Precederá al Señor con el espíritu y el poder de Elías, para reconciliar a los padres con sus hijos y atraer a los rebeldes a la sabiduría de los justos, preparando así al Señor un Pueblo bien dispuesto".
  Pero Zacarías dijo al Angel: "¿Cómo puedo estar seguro de esto? Porque yo soy anciano y mi esposa es de edad avanzada".
  El Angel le respondió: "Yo soy Gabriel , el que está delante de Dios, y he sido enviado para hablarte y anunciarte esta buena noticia.
  Te quedarás mudo, sin poder hablar hasta el día en que sucedan estas cosas, por no haber creído en mis palabras, que se cumplirán a su debido tiempo".
  Mientras tanto, el pueblo estaba esperando a Zacarías, extrañado de que permaneciera tanto tiempo en el Santuario.
  Cuando salió, no podía hablarles, y todos comprendieron que había tenido alguna visión en el Santuario. El se expresaba por señas, porque se había quedado mudo.
  Al cumplirse el tiempo de su servicio en el Templo, regresó a su casa.
  Poco después, su esposa Isabel concibió un hijo y permaneció oculta durante cinco meses.
  Ella pensaba: "Esto es lo que el Señor ha hecho por mí, cuando decidió librarme de lo que me avergonzaba ante los hombres".
Extraído de la Biblia, Libro del Pueblo de Dios.



COMENTARIO:


  El Evangelio de san Lucas nos recuerda la importancia que ha tenido Juan el Bautista en la historia de la salvación. Él ha sido el precursor; aquel que llamaba a la conversión y preparaba las almas para la recepción de la Palabra hecha carne: Jesucristo. Juan ha sido el más grande entre los grandes, que ha puesto un punto y final a las promesas, dando paso al cumplimiento de la Redención. Ya no habrá un después, porque este después se ha cumplido hoy.

  Por eso su concepción fue también milagrosa -ya que Isabel era estéril y ambos esposos de edad avanzada- siendo precedida del mensaje del ángel Gabriel, que posteriormente traería la Buena Nueva a la Virgen María.

  Y es en esta concepción donde yo quería que os pararais a meditar unos puntos interesantes: el primero es la oración de Zacarías e Isabel. A pesar de ver que la naturaleza marcaba sus pautas y hacía imposible sus deseos de ser padres, no flaquearon en su fe; no logrando la realidad que se imponía que desfalleciera su confianza en Dios. Y Éste respondió a su fidelidad con creces, como hace siempre, escuchando sus súplicas y dándoles un hijo que sería su gloria.

  Las cosas de Dios son así; no se lo dió en el momento aparentemente adecuado. No cuando querían ellos, sino cuando convino a los planes divinos. Y les explica el ángel que ese hijo será su alegría: no porque sea el más guapo, ni el más listo, ni el más rico; sino porque hará que muchos vuelvan a Dios.

  ¡Qué lección más grande para nosotros! que generalmente nos contentamos con dar instrucción a nuestros hijos, en vez de formación. Que olvidamos la importancia de que crezcan en valores cristianos y virtudes, porque nos conformamos con verlos crecer en actitudes y aptitudes prácticas para poseer y tener. Gabriel nos recuerda, con sus palabras, que la felicidad consiste en formar hijos para Dios, porque el mundo no puede saciar los deseos de eternidad del hombre, ya que éste ha sido llamado a unificar su voluntad a la voluntad de Dios y así, en su servicio de expandir su Reino, encontrar la verdadera plenitud personal.

  Y para finalizar, no olvidéis nunca que aunque a veces parece que el Señor no escucha, siempre está ahí. No desfallezcáis, no dudéis, porque las promesas de Dios son imperecederas.

18 de diciembre de 2012

unir nuestra voluntad a la del Padre

Evangelio según San Mateo 1,18-24.

  Este fue el origen de Jesucristo: María, su madre, estaba comprometida con José y, cuando todavía no habían vivido juntos, concibió un hijo por obra del Espíritu Santo.
  José, su esposo, que era un hombre justo y no quería denunciarla públicamente, resolvió abandonarla en secreto.
Mientras pensaba en esto, el Angel del Señor se le apareció en sueños y le dijo: "José, hijo de David, no temas recibir a María, tu esposa, porque lo que ha sido engendrado en ella proviene del Espíritu Santo.
  Ella dará a luz un hijo, a quien pondrás el nombre de Jesús, porque él salvará a su Pueblo de todos sus pecados".
  Todo esto sucedió para que se cumpliera lo que el Señor había anunciado por el Profeta:
La Virgen concebirá y dará a luz un hijo a quien pondrán el nombre de Emanuel, que traducido significa: "Dios con nosotros".
  Al despertar, José hizo lo que el Angel del Señor le había ordenado: llevó a María a su casa.

Extraído de la Biblia, Libro del Pueblo de Dios.


 
COMENTARIO:


  Este evangelio de san Mateo presenta unos puntos para meditar de gran riqueza. Ante todo, vemos como el sí generoso de María a la voluntad divina, se convierte en el primer eslabón de una cadena plagada de renuncias personales, tribulaciones y dolor.

  El corazón de la Virgen, cuando sus ojos puros se encontraron con la duda en los ojos de José, debió partirse de pena; y sólo la confianza en las palabras del ángel, le devolvieron la fortaleza para seguir los caminos del Señor.

  ¡Qué decir de san José! Un hombre virtuoso que había puesto todo su amor en una joven muchacha, y que sin lograr entender los porqués, ve como su futuro se disuelve en un mar de dudas. Dios es así; nada es fácil a su lado porque quiere que descansemos en Él. Y con Él todo cobra sentido: En sueños José comprende que su camino va a ser salvar las dificultades que surgan en el camino de la infancia del Niño Dios.

  Hoy es la aceptación de la Palabra, sin entender el cómo. mañana será renunciar a su tierra, vital para un judío, y huir a Egipto en busca de refugio. Pero así es el patriarca: generoso en su amor hasta el olvido de sí mismo. No le importa el qué dirán, porque sólo escucha la voz del Altísimo y pone su vida al servicio de Dios.

  Así debe ser la vida del cristiano; nuestro día a día. Un vivir en Dios y para Dios, aunque muchas veces no entendamos ni sus caminos ni sus motivos. El secreto consiste en, como José y María, unir nuestra voluntad a la del Padre en un acto amoroso de filiación divina.

17 de diciembre de 2012

Quiero contestar a Tomás, que ha tenido unas agradables palabras para conmigo en referencia a la página que hemos creado.

El verdadero ejemplo, querido, es el que surge de estas maravillosas familias cristianas que habéis formado.

Gente joven, alegre, piadosa que le demuestran al mundo que estar y seguir cerca de Dios no es algo rónico, antigüo y desfasado. Sino fruto de un encuentro con Cristo que se desborda en una vida espiritualmente rica y feliz. Gente universitaria, científica, trabajadora, que no ponen límites a la razón cuando descansa en la fe, haciendo de vuestro matrimonio un proyecto de futuro sin límites en el tiempo ni en la ilusión.

Gracias a todos por estar ahí; por ser como sois y nunca, nunca os canséis de dar testimonio de Cristo en medio del mundo.

¡Todos somos Iglesia!

  

  Hace mucho tiempo que descubrí que la familia es el primer núcleo social donde el ser humano aprende a ser y a comportarse; también conocí que la Iglesia es esa gran familia donde todos tenemos cabida por el hecho de estar bautizados en el agua y en la sangre de Aquel que nos redime.

  Pues bien, hace unos años pude comprobar, en mi familia, como ambas cosas se fusionan en el corazón del creyente: Mi hija Carlota, de veinticuatro años, me hizo saber que había decidido partir en verano, en sus vacaciones, con las Hermanas de la Madre Teresa de Calcuta hacia una zona, devastada por los ciclones, de la selva del Perú. Sin agua, sin luz y con Sendero Luminoso rondando cerca. Comprendéis, los que sois padres sobre todo, el espanto que sentí ante semejante noticia. Soy de las que cree que Europa se ha convertido, como decía el Santo Padre, en tierra de misión y que cerca de nuestras ciudades hay mucha gente que sufre y a la que podemos ayudar.

  Siempre les he dicho que si lográramos cambiar los corazones de la gente, dar dejaría de ser caridad para pasar a ser un acto de justicia habitual, donde ese préstamo que nos da la vida sería gestionado para producir los más altos frutos de “rentabilidad” cuando se nos requiera devolverlo. No sólo hablo de ayuda económica, sino de dar tiempo, disponibilidad, proyectos y oración.

  Todos estos argumentos los esgrimí “contra” mi hija como si fuera un florete en busca de un flanco desprotegido, pero de nada me sirvió. Con una sonrisa me contestó:

  • Para esto ya estás tú, y muchos como tú, que podéis hacerlo. Porque los que tenéis familia, obligaciones, no gozáis de la disponibilidad de entrega que requieren los que están fuera del alcance de las ayudas gubernamentales y donde la mayoría de ONGS no pueden llegar. Tú y yo tenemos vocaciones distintas, ambas necesarias y ambas imprescindibles.

  Cuando la vi subir  al avión, con su enorme mochila a la espalda y un montón de ilusiones en su sonrisa, comprendí la inmensa riqueza de la Iglesia. Unos sirven a través de la Palabra, otros a través de la acción, todos unidos en la oración. Así son los diferentes carismas que el Espíritu Santo sopla en nosotros, según las circunstancias que nos rodean. Ninguno mejor ni más necesario, porque todos son fruto de la Voluntad de Aquel que nos ha creado para formar, si queremos, el Reino de Dios.
   


¡hay que vivir la Palabra!

Evangelio según San Mateo 1,1-17.


  Genealogía de Jesucristo, hijo de David, hijo de Abraham: Abraham fue padre de Isaac; Isaac, padre de Jacob; Jacob, padre de Judá y de sus hermanos.
Judá fue padre de Fares y de Zará, y la madre de estos fue Tamar. Fares fue padre de Esrón;
Esrón, padre de Arám; Arám, padre de Aminadab; Aminadab, padre de Naasón; Naasón, padre de Salmón.
  Salmón fue padre de Booz, y la madre de este fue Rahab. Booz fue padre de Obed, y la madre de este fue Rut. Obed fue padre de Jesé; Jesé, padre del rey David. David fue padre de Salomón, y la madre de este fue la que había sido mujer de Urías.
Salomón fue padre de Roboám; Roboám, padre de Abías; Abías, padre de Asá; Asá, padre de Josafat; Josafat, padre de Jorám; Jorám, padre de Ozías.
Ozías fue padre de Joatám; Joatám, padre de Acaz; Acaz, padre de Ezequías; Ezequías, padre de Manasés. Manasés fue padre de Amón; Amón, padre de Josías; Josías, padre de Jeconías y de sus hermanos, durante el destierro en Babilonia.
Después del destierro en Babilonia: Jeconías fue padre de Salatiel; Salatiel, padre de Zorobabel;
Zorobabel, padre de Abiud; Abiud, padre de Eliacím; Eliacím, padre de Azor.
Azor fue padre de Sadoc; Sadoc, padre de Aquím; Aquím, padre de Eliud; Eliud, padre de Eleazar; Eleazar, padre de Matán; Matán, padre de Jacob.
Jacob fue padre de José, el esposo de María, de la cual nació Jesús, que es llamado Cristo.
  El total de las generaciones es, por lo tanto: desde Abraham hasta David, catorce generaciones; desde David hasta el destierro en Babilonia, catorce generaciones; desde el destierro en Babilonia hasta Cristo, catorce generaciones.


Extraído de la Biblia, Libro del Pueblo de Dios.



COMENTARIO.


  Esta genealogía que viene expuesta en el evangelio de Mateo, es una clara muestra de cómo toda la Sagrada Escritura, tanto el Antigüo como el Nuevo Testamento, es un camino pedagógico en el que Dios se manifiesta para hacernos llegar el mensaje teológico (no histórico, ni astrológico, ni científico) que nos quiere transmitir.

  Es evidente, que si siguiéramos un concienzudo árbol genealógico de Jesús, sus antecesores no coincidirían en bloques perfectos de catorce miembros consecutivos, pero la realidad que el evangelista nos quiere hacer llegar, con los nombres de los personajes conocidos, es que en Jesucristo se cumplen las promesas hechas a los antigüos patriarcas: la promesa a Abraham, a David o Salomón, de que de su descendencia nacería el Mesías salvador del mundo.

  Estos versículos nos ayudan a entender como la historia y sus personajes han sido uno de los caminos de los que Dios ha querido servirse para que podamos datar, y verificar, el paso del Señor en la tierra. No me cansaré de repetir a aquellos que niegan a Jesús como Hijo de Dios, que tienen el aval del testimonio escrito de sus contemporáneos: aquellos que murieron por defenderla. Negarla, porque no es empíricamente demostrable o exacta, es negar la existencia de Napoleón, Nefertiti, los Reyes Católicos o María Tudor.

  O nos fiamos del que nos cuenta la historia, o no nos fiamos de nadie. Y yo me fío totalmente, porque el que me la transmite es el Espíritu Santo que guía a los hagiógrafos bíblicos. Ahora bien, no perdamos nunca de vista que el Evangelio es la Buena Nueva, el mensaje de la Vida: Cristo mismo. No es un tratado, sino la Palabra hecha letra que se envía directamente al corazón, no sólo para ser oída sino, sobre todo, para ser vivida.

16 de diciembre de 2012

¡Avisados estamos!



Evangelio según San Lucas 3,10-18. 

La gente le preguntaba: "¿Qué debemos hacer entonces?". 
El les respondía: "El que tenga dos túnicas, dé una al que no tiene; y el que tenga qué comer, haga otro tanto". 
Algunos publicanos vinieron también a hacerse bautizar y le preguntaron: "Maestro, ¿qué debemos hacer?". 
El les respondió: "No exijan más de lo estipulado". 
A su vez, unos soldados le preguntaron: "Y nosotros, ¿qué debemos hacer?". Juan les respondió: "No extorsionen a nadie, no hagan falsas denuncias y conténtense con su sueldo". 
Como el pueblo estaba a la expectativa y todos se preguntaban si Juan no sería el Mesías, 
él tomó la palabra y les dijo: "Yo los bautizo con agua, pero viene uno que es más poderoso que yo, y yo ni siquiera soy digno de desatar la correa de sus sandalias; él los bautizará en el Espíritu Santo y en el fuego. 
Tiene en su mano la horquilla para limpiar su era y recoger el trigo en su granero. Pero consumirá la paja en el fuego inextinguible". 
Y por medio de muchas otras exhortaciones, anunciaba al pueblo la Buena Noticia. 


Extraído de la Biblia, Libro del Pueblo de Dios.


COMENTARIO:


En el Evangelio de Lucas podemos comprobar que desde Juan el Bautista, el mensaje cristiano es una exhortación al amor a Dios y por tanto, consecuentemente, un inagotable amor al prójimo. 
No podemos decir que seguimos a Cristo, y haciendo oídos sordos a sus palabras, pasar indiferentes ante el sufrimiento humano.

No se trata de hacer cosas extraordinarias, sino simplemente, desde el lugar que ocupamos en el mundo: El trabajo, la familia, la sociedad... Intentar mejorar nuestro entorno, obrando con caridad y justicia; ayudando con pequeñas cosas a todos aquellos que nos rodean, no solo materialmente, sino con nuestro tiempo y afecto, pudiendo lograr dar alegría y esperanza a aquellos hermanos que se encuentran viviendo malos momentos.

De esta manera, Juan el Bautista prepara nuestro corazón para recibir a Cristo; porque sólo un corazón abierto al amor de los demás, puede aceptar y hacer vida la Palabra de Dios hecha carne.  

Los cristianos somos semilla que el Padre planta en medio de este mundo para que dé fruto y sacie el hambre material y espiritual de nuestros congéneres, recordando como dice Lucas, que cuando el Señor recoja la cosecha, todos aquellos que en vez de ser trigo que alimenta han sido paja que arde, darán cuenta de su vida sin sentido y "se consumirán en el fuego inextinguible". 

¡Avisados estamos!