23 de enero de 2013

¡el Amor nos hace libres!

Evangelio según San Marcos 2,23-28.


Un sábado en que Jesús atravesaba unos sembrados, sus discípulos comenzaron a arrancar espigas al pasar.
Entonces los fariseos le dijeron: "¡Mira! ¿Por qué hacen en sábado lo que no está permitido?".
El les respondió: "¿Ustedes no han leído nunca lo que hizo David, cuando él y sus compañeros se vieron obligados por el hambre,
cómo entró en la Casa de Dios, en el tiempo del Sumo Sacerdote Abiatar, y comió y dio a sus compañeros los panes de la ofrenda, que sólo pueden comer los sacerdotes?".
Y agregó: "El sábado ha sido hecho para el hombre, y no el hombre para el sábado.
De manera que el Hijo del hombre es dueño también del sábado".

Extraído de la Biblia, Libro del Pueblo de Dios.




COMENTARIO:


  Este Evangelio de Marcos pone de manifiesto una de las prescripciones que los fariseos detallaban para el cumplimiento de la Ley. Durante todo el Antiguo Testamento, la Ley de Moisés dada por Dios en el Sinaí, se vió ampliada por prescripciones que, desprendidas de su espíritu originario, sólo quedaban convertidas en una pesadísima carga para el pueblo de Israel.


  Cuando los discípulos de Jesús son acusados por los fariseos de arrancar las espigas en Sábado, para poder comer, el Señor les recuerda que tales preceptos deben ceder ante la ley natural, inscrita por Dios desde la Creación; por eso el precepto del Sábado no puede estar nunca por encima de la subsistencia, así como la ordenación de las cosas que deben someterse al orden personal y no al contrario.
Porque Dios, como el Sumo Hacedor, conoce lo que crea y pone en cada uno de nosotros los elementos necesarios para poder llevar a cabo la finalidad, la tarea, a la que hemos sido llamados; cuando prohibe algo lo hace justamente porque sabe que ese algo nos destruiría como personas. Su prohibición es un acto de amor proveniente del ejercicio de la paternidad divina.


  Cada uno de nosotros debe seguir los mandatos divinos, no por obligación, ni por miedo sino porque son el camino seguro para llegar a la completa felicidad al lado de Dios. Y ese camino no es tortuoso ni irracional, ya que todos los preceptos que surgen de los labios de Jesús, tienen la libertad del hombre como eje principal que vertebra la vida humana.
Provenimos de un Dios que es amor y el amor está reñido con la tiranía o la esclavitud; por eso los mandatos que provienen del Señor, sólo pueden perfeccionarnos en nuestra más íntima naturaleza.  Ésta es la vara de medir que tenemos para que nadie pueda obligarnos a realizar, en nombre de un dios absurdo, todo aquello que es más propio de intereses humanos que tienen nombre propio.


  También san Marcos nos presenta a Jesús como el "Señor del Sábado". Esto es de una importancia enorme ya que si tenemos presente que este precepto era de institución divina, con esta afirmación el Señor se presenta implícitamente como Dios. Un Dios que se hace hombre, camina con sus discípulos y comparte, en su humanidad, nuestras necesidades. Un Dios cercano que, desde toda la eternidad, se ha preocupado de nosotros a pesar del olvido de cada uno de nosotros. Un Dios que es...nuestro Dios.