8 de enero de 2013

la importancia del bien hacer

   En estos días, que he estado en Pamplona, he podido disfrutar de un pequeño placer que, por circunstancias familiares, no me había sido posible realizar en muchísimo tiempo: ir al cine.

   Fui a ver una película de la que no tenía información previa y, aunque no es costumbre mía, me decidí por los actores que me resultaron más conocidos. Su temática resultó ser durísima y su final, un drama de aquellos que no te dejan “un buen sabor de boca”.

   Cuando regresaba al hotel, caminando despacio, iba meditando el argumento y recordé, porque venía a colación, una frase que una vez oí de un reconocido teólogo: Los vicios, al igual  que las virtudes, nunca se pueden tener solos, uno lleva a otro.

   Así es. Uno puede pensar que una acción mala, por ser sólo una, no tiene importancia, pero lo que no sabe es que, posiblemente de ella, derivará otra. El que comienza a beber o a jugar sin medida, será proclive a la violencia y a la intemperancia, entre otras muchas cosas. Y lo mismo puede decirse de las buenas acciones; de los actos buenos habituales que se convierten en virtudes. Una persona humilde, que no pusilánime, acostumbra a ser paciente y generosa. Porque las virtudes generan virtudes, así como los vicios generan nuevos vicios. A donde quiero llegar es a la importancia que, para mi, tiene cuando educamos a nuestros hijos, recordarles que ninguna circunstancia es pequeña cuando se trata de obrar el bien o evitar el mal y para ello, tal vez, pueda ayudarnos sugerirles  que evitar los pecados veniales no es una costumbre obsoleta, sino aquellos detalles delicados que cuida el que mucho ama en sus encuentros con el Amado.

   Las pequeñas faltas de respeto, las mentiras piadosas o sociales, el no ser coherentes con nuestra fe por vergüenzas del ambiente; todo ello es como esas raposas que se meten en el campo y destrozan poco a poco la cosecha.

   Ayudar a que los niños sean laboriosos desde pequeños y no pierdan su tiempo, que no es de ellos sino de Dios, hará que sepan gozar de un trabajo responsable y un sano tiempo libre. Fomentar el darse con alegría, hará que no estén pendientes de sí mismos y evitará problemas de egoísmo y egocentrismo. Ayudarles a llevar una vida austera, evitará que entren en la espiral del consumismo, que acabará por destruirlos.

   Resumiendo: Hay que luchar para que entre todos, con la ayuda de todos, consigamos hacer comprender que nada hay demasiado pequeño, cuando es malo, que no sea capaz de dañarnos en lo más profundo de nuestro ser.