31 de diciembre de 2013

Quiero enviar, desde estas páginas que todos compartimos, un deseo de extrema felicidad para cada uno de vosotros en este 2014 que ya está a punto de comenzar. De esa felicidad sin límites, que sólo se alcanza cuando caminamos al lado de Dios. Que es independiente de las enfermedades, de las dificultades económicas, de las tribulaciones; y lo es porque sabemos que todo lo que sucede es medio para nuestra santificación. Recordar que lo que este joven año que va a empezar nos depare, será aquello que nos conviene; y rogamos al Señor, en nuestra fragilidad, para que sea motivo de alegría. Deseo que vuestro último pensamiento y el primero de esta etapa que comienza sean para nuestro Señor, y en Él, para todos nosotros. No olvidéis que somos Iglesia y, como tal, somos hermanos; con nuestros defectos, nuestras rarezas y nuestros olvidos. Perdonarnos si este año que nos deja no hemos sabido estar a la altura de vuestras espectativas; esperamos, con la Gracia divina, mejorar para el próximo. Pasarlo bien con los vuestros; reir, disfrutar, abrazarlos y recordar que la vida es corta y no vale la pena perderla en discusiones que a nada conllevan. Sólo quiero repetiros que siempre estáis en mis oraciones y espero seguir gozando de vuestra compañía, aunque sea en la distancia. Un abrazo a todos y Feliz y santo 2014.