20 de julio de 2013

¡Sabiduría!



SABIDURÍA:




Este libro, que en la tradición eclesiástica latina se denomina “Libro de la Sabiduría”, en las Iglesias orientales se ha llamado “Sabiduría de Salomón” a pesar de que no lo menciona nunca, pero se supone que se le atribuyó por el prestigio que tenía como rey sabio. La Iglesia católica lo ha considerado inspirado y canónico, al contrario que los reformadores protestantes del siglo XVI, que siguiendo la norma judía, decidieron no incluirlo en el canon. El libro se estructura en tres partes:



I-                   Primera parte: La Sabiduría y el destino del hombre (1,1-6,21) Muestra como la rectitud de conducta y la felicidad en la vida presente estriban en cumplir, bajo la guía de la Sabiduría divina revelada, la voluntad de Dios.

II-                Segunda parte: Naturaleza y función de la Sabiduría (6,22-9,18) Trata de cual es la Sabiduría que conduce a Dios y cómo adquirirla; para ello presenta a Salomón como poseedor de la Sabiduría.

III-              Tercera parte: Acción de la Sabiduría en la historia (10,1-19,22) Desarrolla una amplia visión de la Providencia y de las acciones divinas en la historia de Israel.

IV-             Conclusión (19,22) Reconocimiento de los beneficios divinos a Israel.



   Aunque el libro no da referencia de su datación, se sitúa con posterioridad al año 200 a. C. puesto que su contenido parece reflejar la situación que vivía la numerosa colonia judía  en Alejandría, de Egipto, en esa época; ya que, a pesar de que se mantenían insertos en la tradición de sus antepasados, la cultura helénica impregnaba la vida de las ciudades del Delta del Nilo.



   El libro de la Sabiduría fue originariamente escrito en el griego común de  las personas cultas de la ciudad del Bajo Egipto, helenizado tras la conquista de Alejandro Magno (siglo IV a. C.). De su contenido se deduce claramente que su autor fue un judío de la diáspora en Egipto, buen conocedor de la cultura helénica pero en abierta polémica contra el politeísmo. Formado en la tradición de Israel, que ve en el éxodo la mano poderosa de Dios y el castigo implacable de los idólatras, vertió el legado religioso israelita en el lenguaje de la cultura griega, sin perder contacto con la revelación del Antiguo Testamento; más en concreto, con la tradición sapiencial de Israel, con la cual se propone entroncar.



   La intención principal del autor del  libro es hacer el elogio de la Sabiduría en la profunda fe en el Señor, el Dios uno y único del Antiguo Testamento, y así esta visión de fe conduce al autor sagrado a hacer, no sólo el encomio de la sabiduría como virtud  -que sería lo específicamente griego-  sino, más allá de esa perspectiva, presentar la sabiduría como un atributo divino, personalizado a nivel literario. A diferencia de Proverbios, no nos encontramos en Sabiduría con colecciones de sentencias, más o menos unidas, sino con un desarrollo bien estructurado y armónico, en el que se conjugan el legado sapiencial del Antiguo Testamento, la interpretación de la Historia Sagrada como providencia divina, y el aprovechamiento crítico de las aportaciones de la razón humana aprendidas en lo más selecto de la cultura helénica.



   El libro presenta en su conjunto una advertencia y una puesta en guardia contra el desvarío de la idolatría y del ateísmo, recordando que Dios comunica la sabiduría al hombre que se encuentra en buenas disposiciones; por lo demás, el contenido teológico de sabiduría es tan rico que abarca los temas mayores de la Revelación y del pensamiento humano: Dios, el mundo, el hombre, la creación, el gobierno y providencia de Dios sobre las criaturas, la Revelación divina: natural y sobrenatural, la vida y la muerte, el más allá, la retribución en la tierra y en la otra vida, las virtudes morales, etc. Toda esta enumeración de temas creo que es suficiente para que os hagáis una idea de la densidad doctrinal de este escrito. Sin embargo, conviene destacar, que el legado del libro a la Revelación del Antiguo Testamento es ahora fecundado y expresado con modos y conceptos de la cultura griega; mostrando este hecho cómo Dios asume las culturas humanas para comunicarse con los hombres, como premisa del Nuevo Testamento que, escrito en griego, traspasará las limitaciones culturales judías y se situará en el ámbito de la civilización grecorromana.



   Sabiduría tiene, a su vez, dos aportaciones “nuevas” e imprescindibles para comprender el mensaje del Nuevo Testamento:                                    

·         La clara distinción entre alma – espíritu  y el cuerpo, en la antropología.  

·         La percepción y creencia firme en la vida del más allá de la muerte corporal, con la consiguiente inmortalidad del espíritu.

   La causa de esa apertura está en que la antropología semítica era unitaria pero poco precisa, mientras que la griega, más inclinada al dualismo platónico,  sirvió para acercarnos a las puertas del Nuevo Testamento donde el Hijo de Dios encarnado nos revela la plena realidad de lo que es el hombre.



   Desde muy antiguo, la Iglesia ha sacado provecho de las enseñanzas del libro de la Sabiduría, citándolo con frecuencia, y aunque el Nuevo Testamento no incluye ninguna cita expresa del libro, se vislumbra su doctrina en bastantes pasajes del Evangelio de san Juan y en las cartas de san Pablo. El judaísmo y buena parte del protestantismo, al excluir Sabiduría del canon, se han visto privados de un doble tesoro espiritual: de un lado la aportación de una obra que por su cercanía en tiempo y cultura al Nuevo Testamento hace comprender mejor el paso del Antiguo al Nuevo, así como el progreso de la Revelación. Y de otro, el talante de apertura intelectual del libro, abierto a todo logro verdadero y sincero de la mente y el corazón humanos, reconociendo así el valor de la recta razón que, iluminada por la fe, puede adentrarse en los misterios de Dios y del mundo.