SEGUNDA Y TERCERA
CARTA DE SAN JUAN:
Estas dos cartas, por su brevedad, se designan como epístolas menores de
san Juan, respondiendo -en su
estructura- al modelo de las cartas de
la época en el ambiente grecorromano: tienen al principio un protocolo -con el nombre del remitente, los
destinatarios y el saludo- y al final,
la despedida. El autor se presenta en ambas como “el Presbítero” y en la
segunda se dirige a la “Señora elegida y a sus hijos”, expresión que es un modo
figurado de designar a una iglesia local, muy probablemente de Asia Menor. La
tercera va dirigida a un cristiano llamado Gayo, y quizás a través de él a un
grupo de fieles.
La gran difusión
que, a pesar de su brevedad, tuvieron desde el principio, ha constituido un
testimonio implícito de la autoridad de su autor; añadiéndose testimonios que
desde los tiempos más antiguos atribuyeron esas cartas al Apóstol san Juan: Uno
de ellos fue san Policarpo (156), que fue discípulo de Juan; otros como san
Ireneo, Tertuliano y Clemente de Alejandría las testificaron como tal. Pero en
los primeros siglos también hubo quien puso en duda la autenticidad joánica de
estas dos cartas, colocándolas Eusebio entre los “escritos discutidos” del
Nuevo Testamento, aunque él no dudaba de su autenticidad. El origen de estas
dudas surgió de un texto de Papías de Hierápolis (escrito el año 130) que
mencionó a un tal Juan “el Presbítero” que pareció ser distinto de Juan “el
Apóstol”.
Las recomendaciones
que hace el autor de las cartas, coincide con los temas tratados más
ampliamente en 1 Jn: el amor fraterno y la observancia de los mandamientos, así
como el cuidado que deben tener frente a los seductores. La tercera carta va dirigida, como ya he dicho, a un cristiano
llamado Gayo, del que no tenemos más noticias; aunque san Juan lo elogia por
ser un verdadero cristiano, lo cual demuestra practicando la hospitalidad con
los enviados del Apóstol. Esta actitud contrasta con la de Diotrefes, que debía
ser el que dirigía aquella comunidad y que no aceptaba la autoridad del
Apóstol, ni recibía a sus enviados. Se nombra también a un cierto Demetrio,
probablemente el portador de la carta, que tiene el encargo de reemplazar a
Diotrefes en el gobierno de la comunidad.
Además de los
testimonios de la Tradición, también las semejanzas de expresión y contenido de
ambas cartas con la primera y con el cuarto evangelio, hablan a favor de la
paternidad literaria de san Juan; conteniendo una serie de alocuciones e ideas
características del Apóstol: “amar de verdad”; “conocer la verdad”; “permanecer
en Cristo”; “poseer al Padre y al Hijo”; insistiendo en el amor fraterno y
manifestando que el amor a Dios consiste en guardar sus mandamientos.